sábado, 27 de noviembre de 2010

Pecados Capitales: Gula

Antonia está sentada en un banco de plaza de cemento del lado que le da el sol. Está cansada y no tiene ganas de esperar parada. Observa mientras va imaginando historias. Mete la mano en su cartera distraídamente y busca sin mirar. Pasa una anciana comiendo un helado. Camina despacio mientras come el helado rosa y blanco con cucharita azul. Mete la cucharita en el helado, la gira como si fuera un destornillador, la eleva lentamente y abre todo lo que puede su arrugada boca. Introduce la cuchara azul y la gira sobre la lengua, succiona y retira. La anciana se queda mirando la nada quieta un segundo y luego sigue caminando. Antonia saca de la cartera un chupetín color violeta, es el que más le gusta. Pasa una mujer embarazada tironeando del brazo de un nene que se chupa con fuerza el dedo pulgar y se deja arrastrar por la mujer que resopla. Va flameando como una bandera, se come los mocos que le chorrean sobre el dedo. Antonia le saca el papel al chupetín y se lo mete en la boca. Cruza corriendo un joven con unos auriculares puestos que la mira y le sonríe, ella se avergüenza y baja la cabeza sin dejar de chupar el chupetín. Cuando él no la ve, ella lo mira. Lleva zapatillas rojas, unos ciclistas negros, encima unos pantalones cortos azules y una musculosa blanca. Es castaño y el cabello le cubre los hombros y se lo sujeta con una vincha muy finita negra. Transpira y desaparece. Antonia mete y saca el chupetín enérgicamente de su boca, lo succiona, lo chupa, lo lame, lo absorbe, lo chupetea, lo saborea y sonríe recordando. Rueda un papel sin rumbo. Se escuchan gritos y risotadas, mira en esa dirección y ve pasar por la esquina un grupo de adolescentes. Se empujan saltan y gritan a las carcajadas. Ella succiona y succiona. Mira hacia el otro lado y ve un grupo de ancianos jugando a las cartas en otro banco. Ella chupa y vuelve a chupar. Se queda mirando fijo, sin ver. Lame y lame. Sonríe, se sonroja, acaba de descubrir a lo lejos en la esquina, que el joven de los auriculares vuelve hacia ella. Absorbe con fuerza, se pasa la lengua por los labios y lo mira fijo. Él, tiene el cabello pegado a los hombros. Transpira, se pasa el dorso de la mano por la cara y la mira. Antonia chupetea, chupetea y chupetea con ansiedad sin dejar de sonreír. Se levanta del banco, se acerca al joven y se para frente al él obstruyéndole el camino. El joven se detiene. Antonia saborea el chupetín una vez más, se lo deja en la boca y lo abraza.

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